Frente a mi, Sebastian, Alemania,1,90 cms, 46 de pie, calcetas hasta las rodillas, ropa de correr sin combinar, 50 palabras de español, in...
Frente a mi, Sebastian, Alemania,1,90 cms, 46 de pie, calcetas hasta las rodillas, ropa de correr sin combinar, 50 palabras de español, inglés perfecto, un plan para correr, un plan para la motivación, un plan para la alimentación y un plan por si falla el plan.
Como cuando alguien te pregunta si se puede subir al ascensor medio lleno en el que estás y contestas que sí, casi sin darte cuenta y solo por cortesía. Así comenzó todo...
El malentendido se produjo porque en sus códigos culturales no existen los "medio sí", esos que en nuestra dimensión latina significan “estas loco, claro que no, pero no me atrevo a decírtelo, entonces te digo sí con voz tenue y solo para que no te sientas mal y lo entiendas como un: no gracias". Esa fue mi respuesta cuando preguntó ¿te gustaría correr un Marathon?. Pero para ellos no funciona así, si quieren algo, dicen sí, fuerte o despacio, da igual, siempre significa lo mismo. Si no lo quieren, dicen no, alto y claro. ¡Que raro!, ¿no les parece?. Nosotros en cambio jugamos con matices y códigos indirectos que son un idioma totalmente oculto al oído. Eso si, una vez que estamos embarcados en un proyecto vamos hasta el final, sobretodo con tal de no quedar mal con nadie, cosa que nos molesta de sobremanera. Así que, haciendo honor a mis bases antropológicas, no me quedó más remedio que transformar mi "medio sí" en un sí y mi "creo que mañana temprano", en las 6:00 AM del día siguiente, mi primer día entrenando para el Marathon de Berlin.
Con mi nuevo amigo y el sol durmiendo, iniciamos la larga y desafiante carrera de entender profundamente como piensan, sienten e interpretan la vida Alemanes y Chilenos, nórdicos y latinos, Wikingos y Romanos.
Con las primeras zancadas aparecen las virtudes de mi compañero, que no es un Alemán cualquiera con mentalidad cerrada de pueblo, compitiendo con su vecino para ver quien recicla más basura o quien se compra un Porche antes de los 40. Sebastian es un tipo especial, generoso, lleno de mundo, talentoso, creativo y conversador, que siempre te sorprende con algo espectacular de lo que tú ni siquiera habías escuchado.
Avanzan las jornadas y él siempre llega al parque antes que yo, si llego tarde; ya está ahí, si llego a la hora; ya está ahí, y si llego antes de la hora; también está ahí. Quiero explicarle que como signo de amistad y confianza debería relajarse y llegar unos minutos más tarde, pero intuyo que para él debe significar justo lo contrario, así que mejor ajusto mi comportamiento.
Se alargan los entrenamientos, que a esa altura ya son por la noche, (un suplicio para él como eran para mi las mañanas) y junto al ácido láctico comienza a fluir el diálogo. Sincero y profundo, sin defensas, sin corazas, con humor, con sonrisas y empatía del alma. Comienzo a comprender que su generación arrastra injustamente culpas por haber sido los malos del Siglo XX. Injustas porque esas culpas no son de ellos, sino de todos nosotros como especie humana. Pero con la culpa han extirpado cualquier indicio de superioridad, nacionalismo o excesivo amor por lo propio y han dicho, "nosotros nunca más", lo que les da cierta ventaja en relación a los demás, la de ya haber fallado. Curiosamente en mi país también tenemos nuestro “nunca mas", aunque creo, no tanta claridad para evitar las causas que nos llevaron al abismo moral.
Con los últimos pasos de la noche entendemos lo infértil y transitorio del esfuerzo por aplacar lo peor de nuestra naturaleza, que siempre de una u otra manera se las ingenia para salir. Indagamos acerca los miedos y el coraje, la desilusión y las utopías rotas, la esencia del liderazgo y los riesgos de seguir sin cuestionar, de la vida, de la muerte, de sus países y de los míos y así entró la noche y perdimos la noción del tiempo y sin darnos cuenta estábamos en Berlín, cruzando el Este y el Oeste, desde nuestros mundos opuestos perfectamente alineados, respirando durante cuatro horas historia, amistad y nostalgia.
Hay días en la vida que nunca deberían terminarse, el 28 de septiembre de 2008 uno de esos días.
Felipe Bozzo
PD: Aquí el abrazo de la meta.
Felipe Bozzo
PD: Aquí el abrazo de la meta.