Llevábamos meses digiriendo todo lo que encontrábamos sobre liderazgo y coaching. Creo que nos habíamos leído Amazon completo, visto todos l...
Llevábamos meses digiriendo todo lo que encontrábamos sobre liderazgo y coaching. Creo que nos habíamos leído Amazon completo, visto todos los seminarios, hechos unos cuantos cursos (desde el más malo hasta el mejor). Pero no terminaban de convencernos y seguíamos buscando algo que nos diera un sello, un estilo, una mirada propia para construir nuestro seminario de liderazgo.
Nada más llegar al aeropuerto y activar mi rol de viajero internacional, recordé que lo mejor de las ciudades Europeas es que puedes verlas mil veces y siempre son diferentes, dependiendo de como las mires. Y claro, Munich junto a dos Alemanes se ve bien distinta. La perfección y la puntualidad ya no están en el entorno, sino que andan contigo y tienes que concentrarte para no desentonar el concierto de Mozart que hay detrás de la planificación de cada uno de sus actos. Y la cerveza también sabe mejor cuando estas con ellos, pero incluso con varias en el cuerpo no puedes dar rienda suelta a la risa, porque, para no interrumpir al humorista mientras cuenta el chiste, tienes que esperar a que suene la campana.
Y una vez más, todo comenzó en un viaje...
La invitación de Sebastian parecía bastante extraña. Visitar a un exitoso Speaker en Alemania y acompañarlo en su viaje a Frankfurt donde iba a impartir un seminario. La verdad es que no me hacia demasiado sentido, no tenía ninguna razón para volar a Munich ni menos para tomar un tren rápido con un desconocido. Pero ya había aprendido que a veces los sinsentido pueden ser la mejor decisión, así que me embarcarque en la Quijotesca aventura.

Definitivamente hay cosas que no deberían planificarse, aunque reconozco que en casi todo lo demás funciona perfecto.
Haciendo honor a la perfección tomamos el tren a Franfurt y durante cuatro horas escuchamos a Zach, que con una inusitada generosidad nos contó todo lo que sabía sobre como impartir un buen seminario. Creo que esa conversación jamás hubiera sido posible cara a cara o en un escritorio. Pero cuando viajas es diferente, porque el pasar de los kilómetros se asemeja al pasar del tiempo y eso nos pone a todos iguales frente a la vida. Hombro con hombro no hay distancias, no hay defensas, no hay confrontación, simplemente estás andando y compartiendo, compartiendo y avanzando a 300 km. por hora.
La mañana siguiente vimos como Zach impartía el seminario siguiendo al 100% su libreto, Había conseguido, después de cientos de seminarios, ajustar la maquinaria hasta alcanzar el ritmo perfecto y el control total. No estaba tan seguro de si funcionaría exactamente igual en nuestro mundo latino, pero en cierta manera muchas cosas empezaban a aclararse. Necesitábamos practicar y corregir y volver a practicar y volver a corregir, las veces que fuera necesario hasta encajar cada una de las capas de nuestro guión como si de una película se tratara.
Del impulso inicial, no sabría distinguir cuanto fue gracias a la conversación con Zach y cuanto al simple hecho de alejarnos para mirar nuestra realidad desde otro punto de vista. Creo que eso es lo que me ha hecho adicto a viajar.
Lo mejor de esta aventura aun estaba por llegar...
Felipe Bozzo
PD: Si tienes un conflicto con alguien que te importa y lo que quieres resolver, no lo invites a hablar, mejor invítalo a caminar.