Corrían lo primeros meses de la Segunda Guerra Mundial y el veterano General del ejército Francés, Maurice Gamelin, esperaba tranquilamente ...
Corrían lo primeros meses de la Segunda Guerra Mundial y el veterano General del ejército Francés, Maurice Gamelin, esperaba tranquilamente el ataque Alemán detrás de la enorme trinchera que habían construido en la frontera Franco-Alemana. Confiado en que sus tácticas de la Primera Guerra mundial serían efectivas para frenar la ofensiva Alemana, se mantuvo terco y obstinado, aferrándose a sus viejos paradigmas y desoyendo a todos quienes le advertían de que el mundo había cambiado. Pocos meses después, fracasaba estrepitosamente y Francia terminaba rendida y humillada.
Muchos son los ejemplos en la historia que muestran cómo aplicar viejos paradigmas a nuevos dilemas, no solo no se resuelve los problemas, sino que además conduce a los países a desastrosas situaciones.
En la última década Chile y el mundo cambiaron radicalmente. Una serie de avances tecnológicos rompieron las barreras a la información, nos transformamos en creadores de contenidos y globalizaron el mundo y junto a esos cambios llegaron nuevos dilemas sociales, económicos y políticos. El fin de los combustibles fósiles, el desempleo juvenil, el envejecimiento de la población, la inmigración o la calidad de vida en las ciudades, son algunos de los retos del Siglo XXI.
Mientras en el mundo se está debatiendo sobre innovación, emprendimiento, descentralización, economías colaborativas o energías renovables, en Chile nos quedamos pegados y queremos aplicar soluciones del paleozoico a dilemas postmodernos y como si aun viviéramos en la Guerra Fría, nuestro debate se centra en el los impuestos, los sindicatos o las diferencias de clases sociales entre otros dilemas del pasado. Lo que unido a una crisis ética de proporciones nos tiene anclados en el desconcierto y la frustración.
¿La pregunta es entonces qué hacemos para salir de esta crisis?
Lo primero, eliminar “El Capitalismo de amiguitos”, en donde políticos y grandes grupos empresariales se ponen de acuerdo para desbalancean la cancha a su favor, asignándose proyectos, paralizando leyes, monopilizando mercados o financiando campañas. Perjudicando sistemáticamente a emprendedores, trabajadores, consumidores y familias.
Lo segundo terminar con “la política de apitutados” donde se usa el gobierno y nuestros impuestos para darles trabajo a los amiguitos del partido o al pariente de turno en vez de a quien es realmente competente.
Y lo tercero y lo más importante, para que no nos suceda como al General Gamelin, encontrar líderes, que entiendan el Chile de hoy y que se atrevan a pensar en el mañana con creatividad, profesionalismo y entusiasmo, si recurrir a la caja de soluciones del pasado.
En Chile tenemos potencial de sobra. Si dejamos atrás las prácticas y soluciones del Siglo XX podemos volver a ser pioneros, ejemplos a seguir y protagonistas del siglo XXI.
Felipe Bozzo
Muchos son los ejemplos en la historia que muestran cómo aplicar viejos paradigmas a nuevos dilemas, no solo no se resuelve los problemas, sino que además conduce a los países a desastrosas situaciones.
En la última década Chile y el mundo cambiaron radicalmente. Una serie de avances tecnológicos rompieron las barreras a la información, nos transformamos en creadores de contenidos y globalizaron el mundo y junto a esos cambios llegaron nuevos dilemas sociales, económicos y políticos. El fin de los combustibles fósiles, el desempleo juvenil, el envejecimiento de la población, la inmigración o la calidad de vida en las ciudades, son algunos de los retos del Siglo XXI.
Mientras en el mundo se está debatiendo sobre innovación, emprendimiento, descentralización, economías colaborativas o energías renovables, en Chile nos quedamos pegados y queremos aplicar soluciones del paleozoico a dilemas postmodernos y como si aun viviéramos en la Guerra Fría, nuestro debate se centra en el los impuestos, los sindicatos o las diferencias de clases sociales entre otros dilemas del pasado. Lo que unido a una crisis ética de proporciones nos tiene anclados en el desconcierto y la frustración.
¿La pregunta es entonces qué hacemos para salir de esta crisis?
Lo primero, eliminar “El Capitalismo de amiguitos”, en donde políticos y grandes grupos empresariales se ponen de acuerdo para desbalancean la cancha a su favor, asignándose proyectos, paralizando leyes, monopilizando mercados o financiando campañas. Perjudicando sistemáticamente a emprendedores, trabajadores, consumidores y familias.
Lo segundo terminar con “la política de apitutados” donde se usa el gobierno y nuestros impuestos para darles trabajo a los amiguitos del partido o al pariente de turno en vez de a quien es realmente competente.
Y lo tercero y lo más importante, para que no nos suceda como al General Gamelin, encontrar líderes, que entiendan el Chile de hoy y que se atrevan a pensar en el mañana con creatividad, profesionalismo y entusiasmo, si recurrir a la caja de soluciones del pasado.
En Chile tenemos potencial de sobra. Si dejamos atrás las prácticas y soluciones del Siglo XX podemos volver a ser pioneros, ejemplos a seguir y protagonistas del siglo XXI.
Felipe Bozzo