Tal Don Quijote de la Mancha, de tanto leer historias, un día cualquiera me di cuenta de lo sistemático y recurrente de nuestra irracional...
Tal Don Quijote de la Mancha, de tanto leer historias, un día cualquiera me di cuenta de lo sistemático y recurrente de nuestra irracionalidad. Y no solo de la mía, sino más bien de todos quienes habitamos por algún valle del planeta tierra. Porque tú, yo o cualquier habitante de este barrio, en mayor o menor medida queremos creer que las cosas seguirán siendo como fueron, simplemente por el hecho de que siempre se hicieron así.
“Si mi padre y mi abuelo se vestían en el Corte Inglés, por qué razón no se vestirán allí también mis nietos”.
Así son miles las situaciones del día a día, en las que no nos damos cuenta (o no queremos hacerlo), que la realidad es muy diferente a como la imaginamos o como desearíamos que fuera. Y no tan solo no solo no asumimos con facilidad que el mundo cambió, también nos cuesta aceptar que nosotros mismos hemos cambiado. De cierta manera, preferimos seguir actuando en base a nuestras antiguas creencias y a nuestros anclados procesos mentales inconscientes, en vez de asumir las pérdidas que implica el cambio y replantearnos la forma de actuar. Quedando así, totalmente desajustados de la realidad y haciéndonos parecer, no pocas veces, graciosos hidalgos que actuamos en el presente aplicando viejos paradigmas del pasado.
Al parecer, a pesar del nuevo milenio, las personas no hemos evolucionado demasiado en nuestra capacidad de adaptación, porque, a pesar de los avances de la tecnología, aun es común escuchar a alguien defendiendo el antiguo software de la empresa, un viejo sistema de generación de energía, el contaminante papel o cualquier invento construido casi veinte años antes para un mundo que era totalmente diferente.
Lo que necesitamos entender es que cuando nos resistimos a cambiar (en mayor o menor medida todos lo hacemos) no es porque lo que estemos defendiendo lo más racional o lo más eficiente, sino porque asumir que las circunstancias cambiaron nos mete en terrenos desconocidos y llenos de incertidumbre. En donde lo que nosotros sabemos o entendemos ya no es útil para desenvolvernos, lo que nos hace sentir obsoletos e incompetentes.
Liderar, es mirar el miedo de frente y asumir las perdidas que conlleva alcanzar ese nuevo equilibro.
Y a ti, ¿te pasado alguna vez?
Felipe Bozzo