En un mundo de amistades, equipos, familias, países y vidas rotas, Tengo la inexplicable pero firme intuición de que la gente se mueve más p...
En un mundo de amistades, equipos, familias, países y vidas rotas, Tengo la inexplicable pero firme intuición de que la gente se mueve más por intereses que por valores. Y el problema de tan macabra intuición, es que me encantaría que así fuera "la gente y no yo", pero lamentablemente ni mi sombra, ni la tuya, ni la de nadie está lejos de tan repugnante naturaleza. No son "los políticos", ni "los empresarios", ni "la gente", somos nosotros.
Pero, estamos condenados a vivir del lado oscuro de nuestro corazón, definitivamente no. Cuando dejamos de pensar en nosotros, cuando nuestra intención no es solo ganar, sino también contribuir y trascender, cuando nos alejamos aunque sea por un rato del ego narcisista que busca su equipo de aduladores o cuando renunciamos a nuestra visión rígida, pre-juiciosa y antojadiza del mundo, somos más humanos. Capaces de miramos a los ojos para hacer que florezcan conversaciones con alma, conversaciones que restauran y que van más allá de la simple contraposición de planteamientos.
Ojalá que así sea.
Construir un puente es más fácil que restaurar el que está roto y perdonar es más difícil que olvidar. Pero sin perdón no hay sendas al futuro.
Tal vez, en este mundo de tecnología, consumo, marcas y superficialidad, nos hemos olvidado de buscar el sello de nuestra alma, relegando la espiritualidad a curas, monjas y parecidos. Tal vez, llego el momento de buscar a Dios y aprender a disentir las verdaderas intenciones de nuestro corazón, tal vez llegó el momento del perdón. Tal vez...
Ojalá que así sea.
Felipe Bozzo